REINLADO RUEDA RIVERA. ( Director tecnico)
Técnico vallecaucano ganador de 6 títulos con Atlético Nacional, entre ellos la Copa Libertadores de América de 2016 y la Recopa Sudamericana de 2017. De esta forma se convirtió en el único adiestrador Verdolaga en ganar dos títulos internacionales con nuestra divisa. Además entregó registros para la posteridad: dos ligas, una Copa Colombia, una Superliga, llegar a ser el mejor equipo del mundo según la IFFHS, clasificación al Mundial de Clubes en Japón y un fútbol lírico y estético que enamoró a la tribuna.
ALEJANDRO "EL LOBITO" GUERRA. (centrocampista)
La magia del patriota es sencillamente irrepetible por su enorme capacidad de tejer hilos conductores en ataque, alejado de la verticalidad, lo que no significa que no piense en lastimar.
La magia del patriota es sencillamente irrepetible por su enorme capacidad de tejer hilos conductores en ataque, alejado de la verticalidad, lo que no significa que no piense en lastimar.
Atlético Nacional con Guerra fue campeón y subcampeón de América y varias veces Rey de Colombia. Inolvidable. Le pueden poner el apodo que deseen: Fantástico, Intocable, Galáctico… El mito que había empezado poco tiempo atrás en el plano local, era hora de trascenderlo a las fronteras lejanas y hacer historia. Y un venezolano aportó para que la gloria se pintara una vez más de verde y blanco en el continente. De Venezuela para el mundo el primer campeón de su país en la Copa Libertadores de América. Vestido de verde y blanco. Desde ese 27 de julio de 2016 hasta la eternidad.
SERGIO GALVÁN REY. (delantero)
Sergio Galván en Atlético Nacional evolucionó como engranaje del circuito colectivo y también como finalizador de las joyas que solían iniciar desde más atrás otros cracks que le acompañaron en su estadía en el verde: Ramos,”Aristi”, Aldo Leao, Patiño, Zúñiga o Rojas. El argentino iniciaba las funciones como actor de reparto para, de repente, rubricar como galán principal.. Hoy, Galván Rey sigue siendo el máximo goleador del fútbol colombiano con 224 tantos, 53 de ellos marcados con esta camiseta.
Varios recuerdos llegan inmediatamente a la memoria cuando se habla del atacante que dejó una estela de gloria en la Institución verde. 52 años después de Gambina, se convirtió en otro delantero Verdolaga en anotar cinco goles en un juego cuando en el 6-0 ante América de Cali del 23 de mayo de 2006 le ofreció ese recital a la grada puliendo una de sus obras cumbre.
Conjuntamente, Galván fue goleador del campeonato de 2007 I, con 13 tantos, erigiéndose en el quinto Pichichi de casa verde en la historia, en una campaña que además redondeó con título ante Huila. Por último, para la final de 2007 II, el interminable argentino nuevamente fue pieza clave anotando goles trascendentales como el que marcó a Caldas en el inicio el cuadrangular semifinal (la tarde en que “Aristi” se lesionó y le dijo adiós al fútbol) o el de la final contra Equidad en que recibió de taco de Aldo y la picó como un maestro para enviar la lámina a la galería de los recuerdos. Supo colgarse en la historia con un remate de derecha que sellaba el título.
EDWIN CARDONA. (centrocampista)
El Barrio Antioquia lo había pulido para que fuera un certero anzuelo de seducción de masas, fabricado con la capacidad que solamente el Valle de Aburrá puede producir. Clarito para manejar los ataques, fino para definir. Aparece y liquida con contundencia, ya sea con el sablazo de fuera del área o con un tierno abrazo dentro de ella.
Para Cardona siempre ha sido fácil encontrar el delicado equilibrio entre la cautela y la audacia, la aceleración y la pausa, la tempestad y la calma. Por eso se le hizo fácil en su carrera lastimar cuando parte con la determinación de los que ya superan las presiones.
Las más famosas son los tiros libres a Cali en el Pascual, a Millonarios en Bogotá, a Itagüí en la sede, a Envigado en el Polideportivo Sur, los goles a Newell´s de Argentina y Nacional de Uruguay por Libertadores y a La Guaira, a General Díaz y César Vallejo por Sudamericana. Pero también entran en el túnel del recuerdo su tanto y su pasegol a América en Cali, el hermoso gol de taquito a Medellín y sus festejos ante Junior, Huila, Chicó, Cortuluá, Itagüí, Envigado y Santa Fe. Caben además los dos centros de la final ante Junior 2014 que llevaron al verde a los penales y a la estrella 14 y hasta su excelente pasegol con borde externo a Jefferson Duque en Belo Horizonte para eliminar al Mineiro de Ronaldinho. Y con una influencia tal en sus compañeros que sus ideas de jugar al ataque se propagaron, convirtiéndose en emblema del ataque verde y liderando una etapa brillante del club que se quedó a las puertas de otro título internacional, perdiendo la Copa Sudamericana con River. Su segunda etapa en Nacional lo terminó por transformar de un hombre con futuro, a un futbolista que irrumpía de forma sonora en el mundo de los fantásticos.
ALDO LEAO RAMÍREZ. (centrocampista)
En su Barrio Pescaíto en la lejana Santa Marta aprendió desde muy pequeño a coquetearle a la pelota, a acariciarla, a susurrarle poemas, por eso ella le hizo caso y lo obedeció ciegamente durante su carrera deportiva. Conformó en su periplo de dos años y medio en Atlético Nacional duplas memorables de creación y generación de juego con el argentino Hugo Morales y con el colombiano Jairo Patiño y se entendió a la perfección con delanteros que estaban pasando por momentos inolvidables: Marcelo Ramos, Sergio Galván, Víctor Aristizábal, Oscar Echeverry, Carmelo Valencia y León Darío Muñoz.
Aldo Leao traía de la cuna algo imposible de entrenar como es la fantasía y desde que llegó de Santa Fe comenzó a producir por montones: goles dentro y fuera del área, pases, paredes y juego filtrado como le gustó siempre a las diferentes generaciones de hinchas de Atlético Nacional, e interpretó con maestría los elementos básicos de un fútbol alegre y espectacular. El que le gusta a los líricos, el que apasiona a las galerías, el que duerme en los museos. El volante samario además era hábil, fuerte, goleador, rápido y terminó siendo determinante en la consecución del primer bicampeonato en la historia. Su gol a América de Cali en la celebración de los 60 años de historia del Club para un 4-0 histórico, le catapultó la confianza hasta la selección Colombia.
Aldo Ramírez fue campeón en los dos títulos de 2007, acompañado en la zona medular en el primer semestre por Jairo Patiño y compartiendo un poco la obligación de armar, pero en el segundo semestre por el chileno Fernando Martel quien lo dejó solo en esa función por expresar el austral un juego más de equilibrio y orden. Y no le pesó la responsabilidad a Aldo de asumir solo el papel con el cual pasó a la historia. Su taco para el gol de Galván en la final ante Equidad de diciembre de 2007 está entre los 10 lujos históricos de la Institución. Por ello, podemos afirmar que Aldo, dejó para el recuerdo un legado memorable.
LUIS CARLOS PEREA. (defensa central)
El internacional, el defensor sólido, recio, fuerte, potente, capaz de repeler de arriba y de abajo cualquier embate del rival. “Coroncoro”, el hombre perfecto para acompañar al mejor de todos los tiempos: Andrés Escobar. Quites, relevos, buenas entregas, sabiduría táctica. Si el dicho del “Maestro Zubeldía” que: “Los partidos se empiezan a ganar los lunes”, es cierto, a Perea le cae perfecta la anotación por su trabajo disciplinado, y porque además se trató de un futbolista que afirmó la filosofía sin importar la latitud: jugó bien en todos los estadios, en todos los países y en todos los torneos donde se puso la casaca Verdolaga.
“Coroncoro” tuvo muchos compromisos emblemáticos vestido de verde y blanco. La noche del 10 de mayo de 1989 es un fotograbado impreso para siempre en el corazón del pueblo Verdolaga. Su colosal partido, mágico en el Centenario de Uruguay, fue acrecentado por la fisura del equipo que había sufrido la expulsión de Oscar Galeano. En ese cotejo ante Danubio, semifinal de ida de la Libertadores 89, Perea fue impasable y firmó su mejor jornada con Nacional en toda su historia, impidiendo que los delanteros de La Franja, siquiera, vieran a Higuita a los ojos.
Ese Nacional puso a sus pies a todos los espectadores de Colombia, y lo que ya de por sí era una hazaña, tomó además tintes de epopeya cuando ese mismo equipo llevó a Colombia a un Mundial tras 28 años de no hacerlo. Luis Carlos Perea, llegado en 1988 a Atlético Nacional, justificó plenamente la inversión que el Club hizo por él. Y su palmarés en Atlético Nacional le define claramente su perfil: 5 títulos logrados, 4 de ellos internacionales. Sin dudas, un hombre universal, un defensor de otro mundo y un futbolista ejemplar.
ORLANDO BERRÍO. (extremo derecho)
2014 le trajo más títulos y alegrías, aunque una final perdida ante River Plate por la Copa Sudamericana aunque le hubiera quedado la satisfacción personal de haber anotado en la ida. Renovándose cada vez más, encontró también lugar en el equipo de Reinaldo Rueda y a pesar de la explosiva aparición de Marlos Moreno, supo ganarse su lugar y ser importante para el equipo, no solo por lo desequilibrante que es en velocidad, sino porque además tiene un repliegue de aquellos que tienen pertenencia verdadera por la camiseta.
Y entonces llegó lo imposible: Orlando Berrío se convirtió en el goleador de Atlético Nacional. Tantos a Huracán en Argentina, a Peñarol en Uruguay, a Rosario en Medellín y a Independiente del Valle en Ecuador que lo elevaron a la categoría de héroe Nacional. El gol en el Atanasio Girardot a Rosario Central fue la explosión contenida por el pueblo nacionalista por años para regresar a semifinales de una Libertadores. “El Canalla” se convirtió en un equipo avaro que renunció a su filosofía cuando se vio en ventaja por dos goles y pagó sus culpas. Berrío fue quien las cobró enviando un balón bajado por Henríquez al minuto 94 dentro del área a lo más profundo de la historia de ambos elencos. Lo de Berrío ante Central es de esos goles que marcan a dos instituciones.
Ahora, el gol en la final de la Libertadores 2016 ante los ecuatorianos, fue celestial: El guayo sensible de Berrío para martirizar y sorprender a Librado Azcona con un derechazo bienaventurado, y con una pierna que conjugó de forma perfecta potencia y precisión, le dio a Nacional la gran oportunidad de concretar el renacimiento libertador. Esas noches coperas a las defensas de Rosario, San Pablo e Independiente les hubiera encantado rozarlo un poco, porque no lo pudieron ver en la cancha. Gracias a un talento natural con el que llegó desde la fábrica: ese despliegue de velocidad en el que el viento era su aliado.
JUAN CARLOS OSORIO. (Director tecnico)
Estratega, carisma, trabajo, amor por su profesión, respeto por sus rivales, tantas cualidades para un director técnico que llegó a Atlético Nacional para revolucionar el fútbol colombiano como ya lo habían hecho sus predecesores Maturana y Zubeldía. Arquitecto de un sueño que ninguno había hecho realidad, la triple corona del balompié patrio.
Este risaraldense a través de la periodización táctica logró crear en sus dirigidos un hambre de gloria insaciable, igual a la de la gran afición nacionalista que se ha cansado de aplaudirlo por su manera de dirigir. Especialista en llaves de eliminación directa y de leer y estudiar a sus rivales como nadie. El profesor Juan Carlos Osorio, un hito, uno de los elegidos para estar en lo más alto del Olimpo Verdolaga.
MACNELLY TORRES. (centrocampista)
Nada pesa más en la vida profesional de un jugador de fútbol que la ambición personal, que el desafío por escribir su nombre en letras doradas una vez más, que el deseo ferviente de convertirse en ícono. Macnelly Torres es ejemplo claro de ello: ganador nato, triunfó a donde fue, especialmente en Atlético Nacional, porque fue capaz de expresar en el terreno de juego la capacidad que le brindó natura.
Capaz de la asociación corta o el cuchillo vertical, del cambio de frente o la filtración de las zonas, de elaborar por arriba y por abajo, de tirar pases de 10 o 50 metros, Macnelly llegó a Nacional y obtuvo la estrella 11 y de allí en adelante cada que se vistió con los colores verdes, dio una vuelta olímpica. Su llegada a Nacional supuso el comienzo del declive para el resto. Se fue a México y regreso al título de 2013, voló a Arabia y regresó al de 2015. Permaneció en el equipo y es finalista de Libertadores. Nacional es a Macnelly Torres lo que Macnelly Torres es a Nacional: espejos, fútbol, heroísmo, capacidad.Perteneciente a la época dorada del fútbol Verdolaga, capitán además de varias etapas en ese momento glorioso, marcó un hito porque brindó funciones épicas: en Bogotá para coronarse ante Santa Fe, cuando comenzaba a gestarse el ciclo más glorioso de nuestra historia con Macnelly en rol protagónico y en 180 minutos de la semifinal de la Copa Libertadores de América ante San Pablo de Brasil, en Morumbí y en el Atanasio Girardot, cuando el Mago se convirtió en el guía permanente que necesita todo finalista.
Su inmensa capacidad le entregó la varita mágica para ser capaz de asestar a lo largo de su carrera partidos tan determinantes que parecían monólogos dignos de campeones: ritmo, toque, fútbol, goles, carisma, resultados. Ese equipo tuvo de todo lo que se puede soñar con el fútbol arte. Ilusionó a todo un país y humilló a otros.Un individuo que llegó al Club para corroborar algo superior: seguir haciendo de esta dinastía un verdadero emblema.
ALEXANDER MEJÍA. (centrocampista)
El tiempo dirá si Alexander Mejía es el mejor volante de marca de la historia de Atlético Nacional. Desde su función en el terreno de juego cumplió a cabalidad con el perfil de ese puesto para un equipo grande como el cuadro verde: guapo, destructor, con sacrificio, con buen pie, con cambios de frente precisos y certeros, con capacidad atlética para correr 150 minutos cada domingo, con juego de asociación. Los rivales en muchas oportunidades se equivocaron marcando a Macnelly, Sherman o Guerra, al que debían ponerle hombre a hombre era a él. Multicampeón con los nacionalistas, Mejía fue siempre el eje de los equipos que conformó vestido de verde y blanco. Por allí pasaban la destrucción y la creación del equipo. Defensor de la idea de que los desacoples que se derivaron en la derrota en Rosario en Cuartos de Final de la Copa Libertadores de 2016 tenían solución a partir de los mismos protagonistas, regresó a Medellín y fue el epicentro de la remontada histórica frente al “Canalla” que potenció al equipo hacia la coronación.
En sus luchas con estos colores, Mejía no cedió espacios, mantuvo siempre la iniciativa con la pelota y defendió lejos del arco de Pezzuti, Martínez, Vargas, Bonilla o Armani por la posesión que supo darle con su categoría al verde de Osorio y Rueda. Hoy, una vez Mejía partió de Nacional (físicamente), haremos una de él y no permitiremos que la emoción le gane a la frialdad. Mejía llegó a Nacional en enero de 2012 y se fue siendo el mismo hombre humilde que arribó por primera vez a la sede de Itagüí. Un dato mejor: ganó más cosas en el cuadro nacionalista que las que tiene exhibidas en su Museo en Armenia: el cariño y el amor eterno de una afición que lo elevó a la categoría de semidiós Verdolaga.
ALEXIS HENRÍQUEZ. (Defensa central)
El defensor central es uno de los jugadores más importantes de Atlético Nacional en su historia. Inexplicable el reproche de algunos que sucumbieron ante un capitán que demostró que posee las cualidades que se tienen que tener en Atlético Nacional. Extraordinario defendiendo, contagiando, capitaneando a su tropa. Poseedor de una fuerza y una entrega conmovedoras. Construir ataques desde atrás por saber leer la geografía de la cancha, es una virtud que se valorara más con el paso del tiempo.
Encarnó un rol definitivo en la apertura del juego nacionalista, por sus cambios de frente, su salida limpia a ras de piso, sin sentir temor, sin ahogarse por las presiones altas, siempre oxigenando con calidad el fondo Verdolaga. Henríquez rindió más en la medida en que los desafíos fueron creciendo. Fue el edecán de Osorio en la cancha y demostró que además era vital para Rueda. Supo que siempre al jugador de experiencia se le debe exigir más y afrontó el desafío con tranquilidad guiando al pelotón por escenarios continentales a las victorias más resonantes de este siglo. Su gol ante Junior en la final de 2014 lo define: entró a buscar la pelota con el alma. Es el único colombiano con dos Libertadores ganadas, tras haber triunfado con Caldas 2004. Además fue uno de los emblemas de otro registro histórico para nuestro balompié: tres vueltas olímpicas en 2013, año instalado para siempre en el corazón nacionalista. Con su pundonor nació una escuela de vida que no perderá vigencia en décadas. Sólido, equilibrado y sumamente eficaz. El estilo del hombre que está en el Top 3 de los zagueros de la historia Verdolaga, fue hacerle un culto a la disciplina táctica. El capitán de la Era de Reinaldo Rueda es el culpable de otros laureles más ganados por Atlético Nacional por fuera de la Dimayor (Copa y Recopa) y solamente mencionar su nombre representará una alegría profunda. Cuando se retire Alexis Henríquez del fútbol vestido con los colores del cuadro nacionalista, comenzará la cuenta regresiva para encontrar un sucesor de su invaluable capacidad.
SEBASTIÁN PÉREZ. (centrocampista)
Es el heredero natural de una riqueza conceptual del ADN de nuestra base, que ahora está cerca de legar en quienes miran desde el anonimato. Un cerebro superior. Con una riqueza diferente. Y una agudeza técnica muy distinguida. En el proceso formativo, cuando aún su hoja de vida pernoctaba en las oficinas verdes en una fila (y pila) de desconocidos, era el diamante a pulir, la apuesta al futuro, el que desembarcaba del famoso Campeonato Postobón para descubrir un mundo nuevo y se instalaba en la lista de espera del equipo más grande de Colombia.
En 2010 en Divisiones Menores, Pérez era apenas un joven al que casi no se le escuchaba la voz y que interactuaba poco con un plantel que contaba con jugadores mayores (a Sebastián por su magia lo escalaban del Sub 17 al Sub 20). Ese equipo contaba ya con futbolistas que tenían el destino inminente de primera división: Steffan Medina, Juan David Duque, Daniel Santa, Edwin Cardona, Orlando Berrío, Stephen Barrientos, Carlos Múnera, Santiago Montoya, David Valencia, Jhonatan Donado, Jorge García, el propio Pérez.
Poco a poco empezamos a entender que Doña Sandra Cardona lo parió para que fuera distinto, un imán irrepetible de millones de personas que quisieron reflejarse en su inmensa capacidad para acariciar la pelota, que asimismo fue una forma de acariciarnos a nosotros mismos. Desde su debut supimos para qué había llegado: para marearse con vueltas olímpicas. Gracias por el esfuerzo en los partidos supremos, donde al lado de los 90 minutos, alguien había puesto un trofeo. Gracias por luchar para que esos laureles, en su mayoría, hoy reposen en las vitrinas de la Sede de Itagüí. Gracias por mostrarnos que 24 no solo es el número de tú camiseta sino las horas del día que necesita de trabajo un jugador para sobresalir en el cuadro Verdolaga. Gracias por adaptarte otra vez a Nacional con una propuesta de juego diferente, más basada en la pausa de Rueda que en el vértigo de Osorio.
En una de las casualidades más hermosas de la escritura de este libro, el día que el teclado puso primera para anotar los párrafos y las virtudes de Sebastián Pérez, él estaba en la oficina. Le conté de la publicación inminente del libro “Los 70” y hasta le indagué por algunas características, nombres y demás que forjaran una mejor redacción para la entrega del material. Se tomó mi vaso de agua y se fue diciendo que no le leyera el texto, que prefería leerlo en el libro. Ya el libro está, “Sebas”. Y el vaso fue a parar al Museo de Atlético Nacional.
FARID DÍAZ. (lateral izquierdo)
Lo de Farid Díaz en Atlético Nacional merece chocar la palma del respeto contra la de la admiración. Su progreso desde su llegada en enero de 2012 hasta la fantástica coronación del 27 de julio de 2016 demostró abiertamente el coraje de un futbolista con un tremendo espíritu deportivo, que con el paso del tiempo mejoró ostensiblemente sus virtudes y sus características para ofrecérselas a un público que desde el primer día y desde siempre fue a verlo campeón de América.Entonces en ese crecimiento continuo, comenzamos a ver lo imposible: cada vez quitaba y distribuía mejor. Perfeccionó los centros. Mejoró la entrega. Codificó mejor sus pases interiores que le dieron dolores de cabeza. Llegó más seguido, mejor perfilado y con mejor toma de decisiones a la raya final. Abasteció con sacrificio el alma de sus compañeros y siempre fue solidario en el esfuerzo. Su despliegue y posterior repliegue no tuvo demarcaciones. Rubricó con esfuerzo su permanencia en Atlético Nacional. Su entrega no supo de fronteras, su personalidad tampoco. Con el paso del tiempo nos dimos cuenta de algo que nadie notó: compitió con ventaja: tenía tres pulmones. Todo un gran especialista en su banda.
Farid Díaz señaló con tendencias a enarbolar insignias como el esfuerzo y el sacrificio que culminaron con vuelta olímpica, un sendero esperado por 27 años en un pueblo que veía eterna la fantástica espera. Como Santos (48 años) y Estudiantes (38 años), Nacional tardaba para repetir la fiesta, pero cumplía con el rol. Y esa lucha individual del vallenato, que le aportó orden y equilibrio al colectivo, permitió que Nacional ganara la Copa Libertadores con un 79 de porcentaje de rendimiento, convirtiéndose en el mejor equipo de la historia, al menos de los que jugaron 14 partidos en la misma versión. Hubiera sido imposible tal campaña sin este tipo de jugadores que actuaban con total entrega en el terreno de juego. Lógico en la cancha Nacional tuvo a un hombre que puso alma y corazón dándole nacimiento a algo superior: un campeón. Repasamos el pasado y a ritmo de acordeón como en su natal Codazzi, Nacional fue Rey del continente por segunda vez en su historia. Inolvidable.
FRANCO ARMANI. (Arquero)
Franco Armani se convirtió en el objeto de todas las miradas. Es el ícono del deseo, rol que ahora que lo cumple, no ha transformado su personalidad ni su sencillez. Es el nuevo Rey Midas Verdolaga, todo lo que toca lo convierte en brillo. Pasó de suplente a titular en seis años y la capacidad que incrementó con el paso del tiempo ha sido increíble. Tener al cancerbero argentino bajo los tres palos del verde es asegurar tranquilidad, evitar citas cardiovasculares, ver fútbol en paz y advertir que si es cierta la consigna de que los equipos se construyen desde atrás, Nacional inicia bien la edificación.
Cinco historias grandes tiene para contar Armani en Nacional: los penales ante Junior de 2014 que le dieron al verde una estrella; los penales ante Junior 2015 que le dieron a Nacional un lucero; los penales ante San Pablo en Brasil que le dieron a Nacional una final de Copa Sudamericana; las atajadas de la semifinal de 2015 ante Medellín que llevaron al Verdolaga a pasar de ronda y las 13 coronas que sumó con Atlético Nacional, entre ellas la Copa Libertadores de 2016. Tres historias de Libertadores 2016 tiene para contar Armani: Una atajada sensacional a Wanchope Ábila en octavos de final que impidió el empate transitorio de Huracán, una triple salvada en Rosario que evitó que Nacional perdiera por más goles en la ida y una salvada monumental en el Atanasio ante los “Canallas” que después se convirtió en el 3-1 a favor y a semifinales. Una historia grande tienen para contar los hinchas de Franco Armani: en 2012 cuando Nacional disputaba la Superliga ante Junior el arquero titular Gastón Pezzuti se lesionó de gravedad y debió salir del juego y fue remplazado por el de Casilda. Armani también se golpeó y al ver que no había más arqueros decidió quedarse en el arco. Lesionado salvó al verde de un tanto en contra en aquél triunfo verde y el hecho quedó registrado para siempre en la memoria colectiva del pueblo nacionalista como la actitud de un hombre que siente los colores. Hay partidos en que Armani es el hincha más adelantado del verde. Lo exigen pocas veces, pero cuando el momento llega, el argentino responde en alto nivel. De ahí el mérito para los atacantes actuales: el grado de oposición que enfrentan es muy alto, al frente está Franco Armani. . El cancerbero logró en 2013 un registro de imbatibilidad en su arco de 1054 minutos de juego y ese dato lo eternizará. Entre el 3 de julio en la quinta fecha de semifinales del torneo Apertura colombiano (Yonaider Ortega de Itagüí al minuto 88) y la noche de 2 de octubre en el clásico ante Medellín (Germán Cano al minuto 55) pasaron 11 partidos y 65 minutos sin gol en contra, superando a Otoniel Quintana quien logró 1.038 minutos de juego invicto. Franco Armani se hizo grande en los penales, atajando 10 en total en todas sus definiciones. En las calles de una Argentina de post-dictadura y guerras (con Chile e Inglaterra) y muerte y desaparecidos, Franco Armani aprendió a comprar trajes de superhéroe para definiciones históricas.
El Sachi fue jugador, asistente y técnico de Nacional. Como asistente acompañó el título de 1999 con Luis Fernando Suárez, luego como técnico fue dos veces campeón en 2005 y 2011 ambas en el primer semestre. Hermano de la insignia Andrés Escobar, Sachi fue fortalecido por un camino de héroes que dejaron más gloria a la Institución.
ANDRÉS ESCOBAR.
Era símbolo antes de partir, fue mito tras su muerte. Consolidó su lugar en el panteón de los más grandes de la historia Verdolaga con una carrera que incluyó títulos de leyenda como la Libertadores de 1989 o la vuelta olímpica en Colombia de 1991, primera vez que solamente jugadores colombianos lo hacían. Debutó en 1987 y jamás su carrera tuvo techo. Siempre en nivel ascendente, gobernó el inicio y la salida de juego del equipo más recordado de la historia.
Gracias por enseñarnos a creer en nosotros aunque nadie más lo haga, gracias por jugar el fútbol que jugaste, gracias por darnos a entender a todos que la libertad es inspiración y que desde el fondo también se empuja. Jugó por abajo y por arriba con clase, con técnica, con calidad, domesticando siempre la pelota. Actor protagónico de un guión irrepetible y por ello el corazón de Atlético Nacional llora la partida de Andrés Escobar, uno de los máximos íconos de su historia. Alma del verde durante esos años, ahora faro de muchas generaciones que se quisieron igualar en su recuerdo. Dignificó la profesión de futbolista en Colombia como pocos y sembró bondad entre todos quienes lo conocieron. En la cancha todo era natural. Sus cambios de frente, su acceso a la zona dos con balón al piso y frente levantada. Su llegada por sorpresa al área rival. Por muchos años fue el defensor con más goles en la historia verde. Los aficionados de Atlético Nacional tienen que conocer que el Andrés que se marchó, atravesó con bondad y sabiduría la vida de decenas de personas que abrevaron de su capacidad de juego profesional y su don de gran ser humano. Capaz de reinventarse como le pasó en 1993 cuando una fractura en un juego de Copa Libertadores le arrebató no solo una Copa América (Ecuador 93) y una eliminatoria (se perdió por ello el famoso 5-0 en Argentina), sino también muchas lágrimas, como las que tendió sobre suelo suizo cuando su alma estaba en el cuadro Verdolaga. Sus ejemplos desde las dificultades, valoran aún más su memoria.
Todos lloramos la noticia. Nunca quisimos escucharla. Me encantaría escribir el odio sobre el hielo y esperar a que salga el sol para curarme. Pero hay afecciones en la vida que no tienen pócima. Me quedo con sus recuerdos, sus goles, sus saltos, su juego, sus cambios de frente a “Chonto” Herrera, su melena al viento, libre, independiente, autónoma, como el fútbol le enseñó a comportarse. Pareciera que aún vemos esa camiseta rayada, con el dos en la espalda, que se mete en nuestros sueños y germina con alguna gran reminiscencia. Se terminaba la vida del defensor más grande de Atlético Nacional en todos sus tiempos, nacía algo más grande: el mito. Sencillamente porque fue y es, uno de los selectos casos del fútbol en que su nombre, tapó su apellido.
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